Saint-Maló, el mayor puerto de Francia en el siglo XVII, fue un importante lugar de veraneo a principios del siglo XX que hoy sigue recibiendo muchos visitantes atraídos no sólo por sus playas y balnearios, sino por las leyendas que guarda esta encantadora ciudad fortificada.
En la actualidad, es una de las más visitadas de la Bretaña francesa y dentro de su intacto recinto amurallado circular, presenta un laberinto de calles empedradas con imponentes edificios del siglo XVIII y la Catedral de St. Vincent, emblema religioso del lugar que destaca por sus bonitas y luminosas vidrieras.
Su historia está íntimamente vinculada a la de su puerto y el mar y por tanto, a navegantes, pescadores, piratas y corsarios. Estos últimos se instalaron en Saint-Maló por su estratégica posición, contribuyendo al crecimiento económico de la ciudad.
El más célebre fue Robert Surcouf, capitán corsario al servicio del rey de Francia, cuya estatua puede verse en el paseo por las murallas y que fue azote de las naves españolas e inglesas.
Este “hogar de los piratas” posee un muro de granito de siete metros de espesor y más de dos kilómetros de largo, con siete puertas presididas por la Grande Porte (s.XV), desde donde pueden verse las agujas de la catedral, y por la Puerta de Saint Vincent, con su Hotel de Ville, sede actual del Museo de la Ciudad.
Fotos: Europapress
Saint-Maló, hogar de piratas y corsarios
Saint-Maló, el mayor puerto de Francia en el siglo XVII, fue un importante lugar de veraneo a principios del siglo XX que hoy sigue recibiendo muchos visitant
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2024-10-01
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